Un informe publicado en mayo de 2017 por EY, empresa que brinda servicios de asesoramiento, aseguramiento, impuestos y transacciones a distintos clientes alrededor del mundo, ha revelado que China e India son los países más atractivos para invertir en la industria de las energías renovables, sobrepasando a Estados Unidos, país que quedó relegado al tercer puesto. El ranking fue elaborado por la consultora en base a un índice conocido como RECAI –Renewable Energy Country Attractiveness Index– que toma en cuenta distintos parámetros para determinar aquellos países que son más capaces de atraer este tipo de inversiones. La necesidad de un suministro energético a largo plazo, la apertura política a este tipo de energía, la macroestabilidad y el clima de inversión son algunos de los puntos tomados en cuenta a la hora de calcular este índice.
Se cree que India ha experimentado un alza en su mercado renovable debido a dos razones: un fuerte apoyo del gobierno hacia el sector y una marcada tendencia en los precios de la energía solar fotovoltaica y eólica –cada vez más bajos–, que hace a estas opciones económicamente viables. Por un lado, los objetivos que se ha planteado el gobierno indio son sumamente ambiciosos: se espera contar con una potencia instalada de 175 GW de renovables para 2022, y lograr un 40% de capacidad instalada proveniente de energías limpias para 2030. El plan, firmado en 2014 por el primer ministro Narendra Modi, incluye 100 GW de energía solar, 60 GW de eólica y 15 GW de una combinación entre biomasa y proyectos hidroeléctricos a pequeña escala.
Por otra parte, el informe se refiere a la caída en los costos de las energías solar y eólica, indicando que “en los últimos tiempos los desarrolladores solares ofrecieron sus servicios a precios más bajos que las nuevas plantas de carbón”, lo que significa que han bloqueado de manera efectiva la nueva capacidad de esta fuente energética no renovable. Estas tendencias ya fueron aprovechadas por India, con la instalación de más de 10 GW de capacidad solar –partiendo de una base de 2.6 GW en 2014– y con un récord de potencia eólica instalada de 5.4 GW.
China, país que lidera el ranking, ha realizado una inversión de 363 mil millones de dólares para conseguir que en 2020 la mitad de toda su capacidad energética provenga de fuentes renovables, objetivo que también se ha planteado con miras a cumplir con la reducción de un 18% de sus emisiones de gases de efecto invernadero por unidad de crecimiento económico para ese mismo año –pacto vinculante del Acuerdo de París–.
La situación de Estados Unidos ha cambiado con la llegada a la presidencia de Donald Trump, quien se ha encargado de rechazar abiertamente muchas de las políticas del mandato anterior. El informe atribuye la caída del país al tercer puesto a la marcha atrás en los planes renovables de Obama, junto con la reactivación de la industria del carbón y los cambios en altos rangos jerárquicos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), organismo encargado de revisar el Plan de Energías Limpias.
El top 10 lo completan Alemania, Australia, Chile, Japón, Francia, México y Reino Unido, en ese orden. Si bien se destaca la vuelta del Reino Unido a los primeros diez puestos, desde EY indican que no se trataría del resultado de políticas de gobierno exitosas sino, más bien, de la caída de otros países, como Brasil y Canadá. Se cree que los inversores están a la espera del escenario post-Brexit para adentrarse en las posturas que adoptará el país respecto a la industria renovable. Como sorpresa figura la aparición, por primera vez en la historia, de Kazajstán, Panamá y República Dominicana. Otros países de la región que están presentes en el ranking son Chile (puesto 6), Canadá (puesto 11), Argentina (puesto 12) y Brasil (puesto 15).
El boom de las renovables es una realidad que se está desarrollando principalmente debido a los bajos costos, las mejoras en la tecnología disponible y los avances en la capacidad de almacenamiento de las baterías. El descenso de los precios no sólo se ha dado en el sector solar, sino también en la energía eólica off-shore, gracias a la adopción de turbinas más largas, el aumento de la competencia y el menor costo del capital.
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