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El pasado, presente y futuro incierto de la Reforma Energética en México.

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Antecedentes de un sector energético improductivo

Desde que el presidente Lázaro Cárdenas, en los años 30 del siglo pasado, creó el monopolio petrolero mexicano, no había indicios de que el país fuese a percibir más capital privado para impulsar el sector energético, no obstante, las finanzas públicas de la paraestatal protagonista del estado mexicano, Pemex, ya se veían envueltas en grandes dificultades para 2012, ya que en su ejercicio fiscal, la petrolera presentó un raquítico superávit primario de poco más de 1000 millones de pesos; lo cual es poco si se considera la envergadura de la ex-paraestatal.

El desconocido destino de un nuevo paradigma

Dado el panorama anterior, desde la gestión del panista Felipe Calderón se comenzaban a cocinar una serie de medidas que reformarían diversos ámbitos institucionales del país, entre ellos, se encontraba la Reforma Energética, misma que entró en vigor hasta 2013, con el Presidente Enrique Peña Nieto. Dicha reforma le daría un giro de 360 grados al aparato productivo energético del país, ya que tanto Pemex como CFE pasarían de ser paraestatales a empresas productivas del estado, es decir, a diferencia de antes, tendrían el objetivo de generar ganancias.

Entrando en materia, la Reforma Energética tiene cimientos clave basados en un mejor aprovechamiento racional de los recursos energéticos del país, un desarrollo sustentable para un beneficio social, así como obtener eficiencia económica. Asimismo, se apuntó a una modernización tecnológica mediante una mayor captación de inversión, sin perder el eje rector del estado. La inversión, junto con las otras medidas, a su vez, se estimó que generaría una competitividad que abriría un mercado que, a largo plazo, fomentaría un sistema de precios justo para el consumidor, así como una producción de 3 millones de barriles diarios para 2018, mismo año para el que se pronostica un crecimiento de 1% del PIB, así como 2% para 2025, debido a la misma reforma. En materia de empleos, para 2018 y 2025 se generarían 500 mil puestos laborales y 2.5 millones, respectivamente.

Por otra parte, la industria de la energía eléctrica tendría innovaciones importantes después de una serie de dificultades que enfrentó este subsector, tal como alzas de precios, las cuales muchas veces no eran notorias debido al subsidio del estado; una tradicional generación a base de fuentes de energía fósiles que, generan costos más elevados a comparación de las energías renovables. Para la implementación del uso de recursos renovables, se crearon los Certificados de Energías Limpias (CEL), que marca un precedente institucional que conduce al país hacia una generación eléctrica más amigable con el medio ambiente. Los CEL son, básicamente, instrumentos de regulación que, según documentos de la Comisión Reguladora de Energía, acreditan la producción de determinada cantidad de energía a base de energías limpias. Con dicha medida se busca lograr que el 35% de la generación en el país provenga de energías limpias para 2024 y así, contribuir de forma indirecta a la reducción de gases de efecto invernadero provenientes del sector eléctrico.

¿Alineación a un marco internacional, eventualmente?

A largo plazo, la Secretaría de Energía, según un documento de 2015 de esta misma, tiene la meta de que para 2050, la mitad de la energía producida en el país provenga de fuentes limpias. Dicho objetivo es todo un reto que, aunque no es sencillo, tiene las bases institucionales para que se llegue a la meta establecida. Estamos en vísperas de unas elecciones políticas muy ríspidas, las cuales ya están creando diversas discusiones que apuntan a direcciones opuestas en cuanto al mantenimiento de las reformas estructurales. Por un lado, los partidos tradicionalmente de derecha buscan continuar con la visión de 2013, no obstante, el ala izquierda de la política quiere, a toda costa, revertir todas estas reformas y, en especial, la reforma energética, ya que, como se mencionó, hay muchos intereses económicos, de poder y hasta sindicales, de por medio. Sea cual sea el partido o candidato ganador en 2018, cada ciudadano debe replantearse la importancia de apoyar y exigir políticas en generación de energía que vayan acorde a los tiempos que se viven hoy en día, de acuerdo con altos estándares y medidas que se toman en los países más desarrollados del orbe. Para muestra de ello, en Suecia, según su sitio gubernamental, el 52% de la energía producida proviene de energías limpias.  Aunque, en términos de desarrollo, México dista mucho de colocarse a la par del país escandinavo, se tienen los recursos institucionales, financieros y naturales para que el país logre su cometido de tener una generación eléctrica amigable con el medio ambiente.

El desarrollo de México gira sobre diversos ejes y, sin duda alguna, la Reforma Energética, con todo lo mencionado, es un elemento clave que ha movido diversos engranes sectoriales e industriales. Cabe destacar que los resultados son a largo plazo, junto con todo el paquete de reformas, como por ejemplo, la fiscal. La implementación de la reforma hasta la fecha se ha tenido ya ha mostrado resultados, sobre todo en materia de inversión, con la apertura de entrada a generación eléctrica privada, así como participantes gasolineros nacionales y extranjeros.


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